domingo, 14 de diciembre de 2008

World of Warcraft - Mitos & Historia (Segunda Parte)



Los Titanes y la Formación del Universo

Nadie sabe exactamente cómo inició el Universo. Algunos teorizan que una catastrófica explosión cósmica envió al infinito una inmensidad de mundos desconocidos hacia la vastedad de la Gran Oscuridad del Más Allá – mundos que algún día albergarían una diversidad maravillosa y terrible de formas de vida. Otros creen que el Universo fue creado por una sola Todopoderosa Entidad benigna, cuya Sagrada Luz ilumina desde tiempos inmemoriales, las vidas de todos y cada uno de los seres del Universo. Aunque los orígenes del caótico Universo ciertamente son inciertos, está claro que una raza poderosa se encargó de estabilizar los varios mundos y asegurarse que a futuro esos mundos siguieran sus mismos pasos.
Los Titanes, colosales dioses de piel metálica de las infinidades del cosmos, exploraron el naciente universo, y trabajaron en los mundos que iban encontrando. No está claro de dónde vinieron y por qué lo hacían, pero ordenaron los mundos levantando poderosas montañas y drenando vastos océanos. Rasgaron los cielos y atmósferas respirables surgieron. En cada lugar que encontraron, elaboraron un plan para darle orden al caos existente. Al mismo tiempo, le dieron poderes a razas primitivas para que trabajaran y mantuvieran la integridad de sus respectivos mundos.
Regidos por una elite llamada El Panteón, cuyo Alto Padre, Aman’thul, gobernaba con justicia e igualdad, los Titanes le dieron orden a los cientos de millones de mundos que exploraron en la Gran Oscuridad del Más Allá durante las primeras eras de la creación. El benevolente Panteón, para salvaguardar las estructuras de estos mundos, siempre estuvo vigilante contra el ataque extradimensional de las viles razas del Torbellino del Vacío. El Torbellino, una dimensión etérea de magia caótica que conecta una miríada de mundos del universo, era el hogar de un número infinito y primigenio de maléficos demonios, cuyo único objetivo era destruir la vida y devorar las energías del universo viviente. Incapaces de concebir el mal o la extinción de cualquier forma de vida, los Titanes se vieron obligados a hallar una forma de terminar los constantes ataques de los demonios.


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